Coraima Torres después de Kassandra
Su vida nunca fue la misma. Desde 1992 Coraima Torres quedó inmortalizada en la historia de las telenovelas con un personaje que aún la persigue: Kassandra. Y es que todavía se le recuerda por ese papel que la convirtió en una de las actrices venezolanas con mayor proyección en el exterior. Puede protagonizar veinte dramáticos más, pero ninguno le dará la misma popularidad.
Radicada en Colombia, la artista cuenta con cierta nostalgia cómo ha sido este transitar lejor de su país: “Creo que lo más duro es la lejanía. Es difícil saber que tus seres queridos están lejos. Mi lema es que no importa que no estén al lado para sentirlos cerca; todo es cuestión de adaptarse, de encontrar el sabor, el cariño, y el encanto en las cosas diferentes a las que hay que acostumbrarse. He corrido con la suerte de cargar mi casa encima como los caracoles y de sentirme querida en donde he estado, gracias a Dios”.
“Venezuela soy yo; son mis raíces, es mi corazón. Siempre me he sentido orgullosa de mi país. Desde hace mucho tiempo tengo la sensación de llevar una pequeña parte de mi país a donde voy. Hago mi trabajo con amor y me exijo lo más que puedo para brindar todo lo que hay en mí. La experiencia al poder conocer otras formas de enfocar el trabajo siempre es placentero. Han pasado muchos años desde que decidí emprender esta travesía. Lo hice cuando acepté un trabajo en Madrid, después de allí fue una cosa detrás de otra y al casarme y tener a mi hijo el centro de mi vida quedó en Bogotá, Colombia, país que llevo en mi corazón”, recalca Torres a Facetas.
Con 41 años confiesa que adaptarse es complicado, “saber que tienes que entender cómo funcionan las cosas para manejarlas mejor. Y comienzas a ser más agradecida con los afectos, y a apreciar la soledad”. Para ella la competencia va a existir en cada rincón donde trabajemos, pero en su caso ha sido sana. “Además uno compite con uno mismo con brindar lo mejor de si misma con cada personaje, con cada proyecto. Eso es enriquecedor desde todo punto de vista”, dice la estrella de éxitos como María Emilia Querida y El último matrimonio feliz.
“Yo, Coraima Torres, todos los días tengo una nueva satisfacción. Me satisface valorar cada momento de la vida, el ver la esperanza de un mundo mejor a pesar de todo lo que pasa, en ver a mi hijo crecer y ser parte de esa aventura. En emocionarme con cada una de las cosas que hago. Es difícil decir cuál ha sido la clave de mio éxito, pero creo que la constancia es un requisito indispensable en todo lo que haces, sobretodo en este medio. Pienso que lo demanda para poder mantenerse en el”, asegura la valenciana casada con el actor Nicolás Montero, padre de su único hijo.
Sobre el suceso televisivo visto en más de 180 países, rompiendo el record Guinness, Coraima Torres solo comparte satisfacciones: “Diría que Kassandra cambió mi vida para siempre, desde todo punto de vista. Fue un proyecto que me abrió las puertas. Precisamente a partir de esa telenovela llegaron oportunidades de las que me siento muy agradecida también. Hoy puedo decir que cada uno de mis proyectos y personajes forman parte de quien soy por lo que he aprendido de ellos. Sin embargo espero que el mayor logro esté por venir. Obviamente he tenido mis sacrificios, uno de ellos es perderse de momentos importantes con los seres queridos, el dedicarse 100% al trabajo cuando lo amerita”.
“ De Kassandra recuerdo todo. Fue realmente maravilloso ver lo que puede generar el trabajo que se hace con todas las ganas del mundo. Volteo hacia atrás y veo todo el afecto que recibí y sigo recibiendo. Es alucinante. En esa época me parecía mentira, era como irreal todo, fue avasallante. Recuerdo con mucho cariño cuando vi por primera vez a Esperanza Magaz montada en un elefante. Eso no se me va a olvidar nunca. Más que estar yo arriba de ese animal, lo que más emoción me daba era verla a ella. El elefante se llamaba Salvador. Era bello, inmenso”, relata.
Con el elenco de la producción transmitida en Venezuela por RCTV viajó a Indonesia, Bulgaria, Macedonia, Estados Unidos, Argentina, España. “En un viaje de promoción a Bosnia y Herzegovina, uno de los países donde logró mayores niveles de audiencia, un hombre llevó un cuchillo para asesinarme; pretendía liberar a ‘Kassandra’ de todas sus penas y vicisitudes. Justamente en esta nación se libraba una terrible guerra civil y el mayor logro de ‘Kassandra’, reportado al mundo por las tropas de la Otan que estaban en el lugar, era que cada tarde ambos bandos en la lucha hacían un alto al fuego para ver el capítulo de la novela. Tal era el éxito, que luego del bombardeo que sufrió el canal de televisión que la emitía, la población protestó y la Cancillería de Bosnia y Herzegovina pidió a Venezuela que reenviaran los capítulos de la telenovela”, es parte de las anécdotas que guarda.
Según Coraima, la promoción de ‘Kassandra’ fue una locura. “Congregábamos muchísima gente, tanto como los políticos. Hacían colas para vernos de cerca, los recibimientos eran absurdos, sorprendentes. Yo estaba orgullosa, contenta. Se hacían huevos de pascua con la imagen de Kassandra, la comunidad gitana se identificó mucho. Las niñas vestían como ella. En Venezuela no podía ni salir al centro comercial, era peor que una estrella de rock y no me sentí la estrella, estaba consciente de que era el resultado de un trabajo en equipo. El éxito no era solo mío”.